3.03.2005

... y sobre santidad

Después de pensarlo bastante, creo que también sería justo incluir una lista de algunos libros que tocan con la misma intensidad el tema de la santidad (o eso creo). He tenido conversaciones inolvidables e intransmitibles con mi amigo José Asención (¿dónde estarás?), entrañable creyente que nunca cae en lo "mocho", en el fanatismo abyecto e intransigente; al contrario, hace posible compartir su fascinación sin que sea necesario convertirse a su fe, pues el poder de las imágenes que se evocan es independiente a lo que podamos rendirle culto. Ojalá encontrará a alguien que tuviera esa misma intensidad de creer, pero exactamente hacia el otro extremo...

Una vez más, no es una lista exhaustiva ni mucho menos, la he dividido en libros y autores porque hay quienes han dedicado prácticamente toda su obra a este tema. Además algunos de estos libros no se conectan con el cristianismo y derivados, pues creo que la santidad va más allá de las culturas y las épocas, es una experiencia profundamente universal pero también muy rara.

Y bueno, tampoco creo que tenga que relacionarse directamente con la religión. Julius Fucik, líder húngaro del Partido Comunista (es decir, no sólo presumiblemente ateo, sino con mucha certeza antirreligioso, y con razón), fue hecho prisionero por la Gestapo en Praga, fue torturado y condenado a muerte. Sólo queda un cuaderno de anotaciones que realizó en prisión llamado Reportaje al Pie de la Horca. Sucede algo cuando la lectura del libro avanza, o por lo menos a mí me sucede: El testimonio de Fucik no es condenatorio hacia los nazis, ni autoconmiseratorio (y creo que tenía todo el derecho de serlo, pues sabía perfectamente que nunca saldría vivo de ahí). Yo atisbo en su texto vestigios auténticos de santidad, porque conforme se sucede el dolor y la muerte a su alrededor, Fucik se úbica a sí mismo fuera de eso, pero sin llegar a la indiferencia, transgrede su propia situación hasta dejar de ser una víctima. Entonces todo a su alrededor apoya su testimonio, sus torturadores no son más los dueños del cuerpo que torturan sino para convertirse en algo más, son su servidumbre, lo único que corrompen es su cuerpo, pero no tocan, no pueden tocar lo que queda. Fucik ilumina su pesadilla con un fuego sin nombre que sólo puede presentirse.

También creo en una santidad animal, León Bloy en La Mujer Pobre describe muy bien ese tipo de santidad, valdría la pena transcribir el frágmento (un día de estos).

Y para terminar, Georges Bernanos escribe en La Alegría, cómo una mujer dice neciamente "debe ser hermoso ver morir a un santo", a lo que una anciana responde: "Yo he visto morir a un santo... y es asqueroso; cada herida, cada hueso roto, cada cuajo de sangre es mucho peor, mucho más intenso; y la violencia no termina, no puede terminar, el martirio se eterniza. Se ve claramente cómo se fractura la coraza del alma".

Libros:
Rudolph Otto, Lo Santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios, Ed. Revista de Occidente, 1965.
Mircea Eliade, El chamanismo y las formas arcaícas de éxtasis, Fondo de Cultura Ecónomica (hay varias ediciones), también hay que revisar del propio Eliade Mefistófeles y El Andrógino, Ed. Guadarrrama, 1976.

Paul Ricoeur, Finitud y culpabilidad, Taurus, 1992
E.M. Cioran, El Libro de las Quimeras, Tusquets, 1997.
Par Lagerkvist, Barrábas (hay varias ediciones).

Autores:
Emmanuel Levinas, Simone Weil, León Bloy (desde las inofensivas Cartas a su novia, hasta el perturbador La salvación por los judíos), Georges Bernanos, Julien Green, Ronald D. Laing (nunca habla directamente de santidad, pero sus teorías sobre la esquizofrenia terminan muy próximas al mejor misticismo), Unica Zürn (creo), Soren Kierkegaard, Meister Eckart, Charles Peguy, Hans Urs von Balthazar, Julius Evola (quien evoca, en La Metafísica de la Guerra y otros libros, lo que denomina como "una aristocracia del espíritu")...


Omnia Ad Unum