6.20.2006

Si me detengo, le haré mucho daño. Pero si no me detengo, haré todavía más. Qué vulgar es nuestra historia cuando no se sabe que quien la entreteje es la seducción del desastre, la irresistible pulsión de muerte. Lo que no imagina es que yo mataría por un solo gramo de belleza neonata entre las manos. Destruir y destruirse en su nombre es la misma violencia tan nueva como intemporal. No puedo verle a los ojos y mentir.

La boca nace con el grito.

Omnia Ad Unum