10.17.2006



Hoy es miércoles 25 de octubre, pero le doy a este mensaje la fecha de una semana anterior, cuando todo sucedió. Escribo a una semana del acontecimiento porque al momento en que pasó yo dudo, absolutamente, que pudiera comentar con lejanía (o al menos con cierta objetividad), la intensidad y al mismo tiempo la sencillez de estos eventos.

Estuve ensayando describir largamente y con detalles todo: los momentos de suspenso y pesadilla, los segundos de tranquilidad, los vacíos temporales donde no pasa nada, tan comunes en los traslados de un punto al otro en esta ciudad. Pero creo que sería demasiado extenso y de cualquier forma no puedo recordarlo todo.

Digamos que, como algunos saben, durante años muy de vez en cuando alguien me encomienda la búsqueda de un libro antiguo. Es una suerte de extensión de mis propias maniobras de hallazgo, donde se conoce todo tipo de personas, desde familias enteras dedicadas al oficio, hasta particulares que nos citan en cafés y extraen los materiales más diversos ante nuestros ojos.

En este caso en particular, la pesquisa fue para la persona más inesperada posible, al mismo tiempo que en el aire quedó la pregunta ¿quién si no? Coleccionista él, tuve el abismal privilegio de asomarme a su biblioteca particular donde aglomeraban cerca de mil ochocientos títulos, algunos en vitrinas y con cuidados severos. El más reciente tenía como fecha 1922.

La petición fue simple, un libro antiguo y valioso. Generé una lista de diecisiete posibilidades consecuencia de una búsqueda por todo el país, tanto dentro de la red como entre el propio gremio de libreros anticuarios de la Ciudad de México (Colonia Roma, Coyoacan, Centro...). La decisión final no dependía de mí, hubo cambios, discusiones, palabras absurdas...

La resolución fue tan simple como inquietante: Que sea el más antiguo... que sea la Esfera de Sacrobosco. Impreso en Salamanca, España, en 1629, esta demostración geométrica de la redondez de la Tierra utilizando las sombras de la Luna y los eclipses, se consideró un texto obligado en las universidades de occidente durante cuatro siglos. De esta edición exacta, apenas y se conocen cuatro ejemplares más.

Aquella tarde del martes estuvo en mis manos, después de una odisea definitiva, empastado en piel de cerdo, con una marca de fuego en el borde de las hojas (marca usada hace siglos para declarar a un libro como propiedad particular de un convento). No debía tocarse directamente el cuerpo del papel, porque los ácidos y grasas de los dedos podrían aniquilarlo lentamente; no debía tomarsele fotografías con flash, porque unos días después un proceso fotoquímico borraría la frágil tinta; no debía exponerse a la luz del sol, porque al poco tiempo se haría trizas, irremediablemente deshidratado. La luz transforma este libro en cenizas.

Yo sólo fui un intermediario, apenas una estación de tránsito y en algún momento un guardián de este libro. Puedo decir que pese a algunas figuras espurias, el ejemplar fue acogido con un gran placer, con la fascinación que este objeto merece. Ha quedado en buenas manos. De la experiencia me queda la sensación de peligro y un extraño dolor que debo atender, producto de este y otros estrés. Y también algunas imágenes.


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Su apariencia exterior.


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Aquí está en mis manos.


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Diseñé un folleto documentando superficialmente la historia de Sacrobosco y la de este ejemplar, en coautoría con el anticuario que me lo vendió.


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Y, por supuesto, lo firmamos.


Este es el texto del folleto:

JOHANNES DE SACROBOSCO


Johannes de Sacrobosco (c. 1195-1256), llamado también John of Holywood, fue un erudito inglés que enseñó en la universidad de París. Aunque está considerado como inglés, su lugar de nacimiento es desconocido porque Sacrobosco es una ciudad o una región de otra manera desconocida. Se educó en la universidad de Oxford. En 1220, Sacrobosco fue a París a continuar sus estudios. Alrededor de un año después de su llegada a la ciudad, el 5 de junio de 1221, se hizo profesor de matemáticas en la universidad de París. Muy pronto el Tractatus de Sphaera, su obra más conocida, fue publicado. En este su primer libro, Sacrobosco discutió el lugar de la tierra en el universo y fue lectura requerida de los estudiantes en todas las universidades de Europa occidental durante los cuatro siglos siguientes. Su descripción de la tierra como una esfera y su renombre expone la opinión del siglo XIII donde los eruditos medievales fueron superados en su concepto de que la tierra era plana. Asimismo, era un autor reconocido y conocedor de métodos árabes de las matemáticas de la época.

Sacrobosco fue tal vez el autor más famoso por su crítica del calendario juliano. En su libro De Anni Ratione, mantuvo que el calendario juliano era diez días inexacto y que necesitaba una corrección adecuada. Su plan para fijarla era saltar un día cada 288 años.

Se sabe que en lo que fue la Real y Pontificia Universidad de México, como en todas las universidades, junto al conocimiento de Aristóteles, Alberto Magno y Santo Tomás —quienes también sostenían la esfericidad del mundo—, se estudiaba el tratado astronómico de Sacrobosco.

En efecto, además de la traducción al castellano preparada y comentada por Luys de Miranda, publicada en 1629, y de diversas adiciones al trabajo de Sacrobosco, en la Biblioteca Nacional se conserva un ejemplar de De Sphaera en edición de principios del siglo XVI. El texto es muy accesible, pues contiene puntuales explicaciones acerca de la definición euclidiana de esfera, muestra “la máquina del mundo” en donde se aprecia la tierra cercada por las nueve esferas celestes, y describe su movimiento; explica que la tierra también es una esfera, y lo demuestra por los eclipses de luna y la salida y puesta de las estrellas; menciona la simetría de los polos y la esfericidad de la superficie del mar.

En el siglo XX, cuando se hizo por primera vez una cartografía de la Luna, le honraron dedicándole un cráter, asignándole su nombre.



SOBRE ESTA EDICIÓN

Nuestro ejemplar se describe a sí mismo en un antiguo español:

Exposición de la esfera de Juan de Sacrobosco doctor parisiense. Traducida de latín en lengua vulgar, augmentada y enriquecida, con lo q Della dixeron Francisco Iuntino, Elias Veneto, Christoforo Clauio, y otros sus expositores, y comentadores. Por F. Luis de Miranda de la Orden de San Francisco, Lector jubilado, y Provincial que ha sido, de la Provincia de Santiago, Consultor del Supremo Consejo de la Santa general Inquisición. Dirigida al Serenísimo señor Cardenal Infante D Fernando Arzobispo de Toledo, y Primado de las Españas.

España, Salamanca, en la imprenta de Jacinto Taberniel, año de M.DC.XXIX [1629].

El libro tiene 312 páginas más 10 hojas con la tabla de los capítulos contenidos en este tratado de la exposición de la esfera de Iuan de Sacrobosco y la tabla de las cosas contenidas en este tratado, de la exposición de la esfera de Iuan de Sacrobosco (esto último es un glosario de términos usados en el libro, para ubicar su uso en el cuerpo del libro). Las medidas del libro son las siguientes: 14 x 10.5 x 2.7 cms. Su peso es de 250 grs.

El volumen está encuadernado en pasta semidura en piel de cerdo, característica de los libros de esta lejana época, se encuentra en excelente estado en todos sus elementos. Se conserva entero y completo y para el tiempo que tiene su limpieza es sorprendente. No tiene un solo rastro de polilla, está limpio de esta plaga. Bellísima edición que tiene además una muy distintiva marca de fuego que abarca gran parte del canto superior.

El libro contiene una gran cantidad de ilustraciones que empiezan con una que representa lo que sería un sello con el escudo característico de los reinos españoles. En total contiene 49 imágenes de gran belleza y profundidad por ilustrar lo complejo y rico del tema que el gran científico Sacrobosco esbozó sobre todo el material astronómico y astrológico de la época, 33 de estas ilustraciones son esquemas específicos para mostrar a los astros desde la visualización y explicación que tuvo Sacrobosco. El texto está en español antiguo característico de principios del siglo XVII pero curiosamente es bastante transparente una vez que se comprende la graciosa caligrafía con los distintos tipos de letras que se utilizaron para su manufactura. Contiene gran cantidad de anotaciones impresas al margen del cuerpo del texto como es característico de estos materiales.

Este tratado científico está dividido en cuatro partes bien específicas:

Libro primero: En este libro se contienen los principios y fundamentos de la Astronomía, o Astrología; dizese que cosa es la esfera, y quantas maneras ay dellas; trense diversas definiciones, y se explica, y declara todo lo que pertenece a su sustancia, y esencia.

Libro segundo: De la esfera de Sacrobosco, en que se trata de los círculos de que se consta, y se compone la Esfera material; por la qual se ha de entender la Etérea y Celestial.

Libro tercero: En que se trata del nacimiento y ponimiento de los signos, y de la diversidad de los días y de las noches; y división de los climas.

Libro cuarto: En que se trata de los circulos y movimientos de los planetas, y de las causas de los Eclipses del Sol, y de la Luna.

Nuestro ejemplar es un tratado extraordinario también sobre los eclipses, digno de minucioso estudio.

Además contiene una serie de secciones muy específicas de esta época. Tiene la tassa donde se establece que el libro tenía un valor de quatro maravedis y medio el pliego; Tiene una sección de erratas; Tiene la suma de privilegio, la aprobación del bachiller Iayme de Olivera, profesor de la astrología, en esta universidad de Salamanca, la aprobación de la orden hecha por el padre Fray Rodrigo de Rivera, lector de theologia en el convento de San Francisco de Salamanca, la licencia del padre ordinario para imprimir este libro, la aprobación del Doctor D. Fernando Adorno, por comision del consejo.

Así mismo contiene una dedicatoria al Serenissimo Señor Cardenal Infante Don Fernando, Arcobispo de Toledo, Primado de las Españas, Fray Luys de Miranda de la Orden de San Francisco, desea salud, y eterna y temporal felicidad. Finalmente en estas secciones viene con un amplio prólogo al lector.

Es de notar que solamente se sabe de otros cuatro volúmenes de la presente edición en cuatro diferentes bibliotecas y que son los siguientes:

1. En México, en la Biblioteca Nacional (RFO 93-42003).
2. Oxford University Bodleian (Bod Rigaud F.61).
3. John Carter Brown Library.
4. En Madrid, en la Biblioteca Nacional de España (GMN/251 Sala Goya).

Todos estos elementos dan fe de su extraordinaria antigüedad.





Omnia Ad Unum