Por la mañana nos invitan a una visita especial al área de restauración del Acervo Bibliográfico del Palacio de Minería. Lo primero que me recibe sobre un escritorio, indiferente, es un diccionario latín-español del año 1609. Repaso sustancias fungicidas alcalinas, fotografías del antes y el después de las restauraciones, manuales del ejército norteamericano con descripciones exhaustivas de procesos de restauración de materia impresa en cámaras al alto vacío, contemporáneas a la Segunda Guerra Mundial. Contemplo páginas reconstruidas con papel japonés hoja por hoja, delicada y pacientemente renovadas milímetro a milímetro.
El trabajo pendiente ocupa un cuarto entero con más de 2 mil ejemplares, fotografías y mapas. De reojo se reconocen algunos nombres: Humboldt. Piranesi, la rúbrica directa de la mano de Benito Juárez en la portadilla de un plan nacional de explotación minera. Hablar con los expertos en restauración es revelador. Un frase queda en el aire: "El peor enemigo del libro no son ni los hongos, ni los insectos, ni siquiera el paso del tiempo, sino el lector irresponsable".
Y entonces... el instante irrepetible de cruzar por primera vez un área altamente privilegiada en el recinto: La bóveda del Acervo Especial: Tuve en mis manos la primera edición en español del Traité Élémentaire de Chimie de Antoine Lavoisier, impresa en el papel de algodón más blanco que he visto; Un tratado de cristalografía que se rumora posee grabados no reconocidos de Leonardo (ya hubo quien obtuvo su doctorado en Italia defendiendo documentalmente esta arriesgada afirmación); Un manual de astronomía con la firma y algunas notas manuscritas de Quevedo. El libro más antiguo en el acervo especial data de 1509, aún respeta los formatos editoriales desarrollados por Gutenberg y es un tratado sobre proporción áurea aplicado al arte de la tipografía, las ilustraciones se conservan con sus colores brillantes intactos. Todo el volumen destila perfección.
Aún no se termina de catalogar todo lo que está acumulado, no se sabe qué puede surgir todavía. Las anécdotas al respecto fluyen iluminadas con todos los matices de la experiencia...
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Después de semejante aproximación tangencial a estos titanes, ¿cómo defender una pizca de cualquier vanidad, cualquier impasse estético?