2.15.2005

Un principio, un final

Pues en fin, es la primera vez que hago una cosa de éstas... ¡y a mi edad! Supongo que el único tratamiento que puedo dar al asunto es el de una suerte de diario/cuaderno de notas/ recordatorio/ masturbación mental, con la novedad de que esto tiene el potencial de ser leído por cualquiera, conocidos y desconocidos. Aún no sé qué tanto conservaré mi identidad sólo para mí, ni tampoco si el asunto durará. El único compromiso actual que tengo en mente es escribir exclusivamente la verdad. Y luego ver qué aspecto toma esa verdad a través del tiempo.

¿Y con qué puedo comenzar? Veámos... mi vieja máquina está detrás de mí, es una Pentium II a 266 hz, con apenas 2 gigas de disco duro, un verdadero fosil que hasta hace unas semanas funcionaba bien, ahora yace inherte debido a una serie de fallas globales, parecía como si después de tantos años me suplicara apagarse por completo, una y otra vez. Es la vida inmaterial, con su propia plenitud y decadencia, acompañada irremediablemente de su propia muerte. Con ese aparatito hice de todo y sucedió de todo, recuerdo en particular una época en que viví solo por más de 7 años y cómo mi máquina revolucionó las noches de esa soledad. Asi que es casi como si estuviera contemplando el cadáver de lo que fue una vieja amante enferma de muerte.

Escribo y reescribo las frases sin conformarme, pues no quisiera comenzar con este tipo de comentarios tan llenos de lugares comúnes. Me hace sentir un poco ridículo. Pero pues... en fin.

Creo que escribir un blog tiene más que ver con cómo hacer especial la vida, cómo sustraer de la cotidianeidad sus contados instantes privilegiados y significativos y, en lo posible, dejarlos ir. Tal vez no lo sea, pero me parece que ese es un buen propósito con el cual empezar.

Sea pues, con eso empiezo...

Omnia Ad Unum