5.23.2005

Hubo una vez...


Hubo una vez un hombre sabio, que, aunque vivió hasta una edad incalculable, limitó sus enseñanzas a una sola palabra de consejo: "Soporta".

Al fin, surgió un rival y le desafió a un debate que tuvo lugar ante una vasta asamblea. "Tú dices soporta -vociferó el sabio rival-, pero yo no quiero soportar. Yo deseo amar y ser amado, conquistar y crear, saber lo que es el bien, hacerlo y ser feliz". Como su contrincante no respondiera, el sabio rival, mirándolo más de cerca, acabó por descubrir que en realidad era una roca de forma más o menos humana en la que había echado sus raíces un espino que, por una ilusión óptica, daba la impresión de una cabellera y una barba.

Triunfalmente, el sabio señaló el error a las autoridades, pero éstas se negaron a tomarlo en consideración. "Hombre o roca -dijeron-, ¿qué más da?" Y en aquel instante, el viento soplando a través del orificio cubierto de musgo del sabio, repitió secamente:

Soporta


Ciryl Connolly, La tumba sin sosiego, 1944.

Omnia Ad Unum