Un día, vi (se trataba de la primera vez que asistía a semejante espectáculo) a una enferma sometida a un tratamiento de shock. Se debatía, profería gritos casi medio ahogados, luchaba contra lo terrorifico, contra lo supremamente repulsivo. Me dejó profundamente conmovido.
Unos minutos más tarde, interrogada por el psiquiatra que se había mantenido impávido, la paciente dijo que había ido muy bien. ¿Qué es eso? Voy, y le pregunto yo. ¿Qué era aquel horror en su rostro, en sus gestos, en toda su actitud, qué era aquel drama que habÍa vivido (o revivido)?
Me respondió que "no", y que habían sido unos momentos muy agradables.
A veces, aún más que la percepción inmediata, es el recuerdo el que construye una ruptura de asociación, una eliminación de relaciones, una inversión de relaciones, una liquidación, ya renovación.
[HENRI MICHAUX, LAS GRANDES PRUEBAS DEL ESPÍRITU, 1966]