4.25.2007


Martes

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Un día tranquilo en todos los sentidos. Y muy breve...


Le informo a [...] que sus libros aún no están listos. Se molesta, pero ¿qué puedo hacer yo? Nada, así que eso haré. El año pasado di demasiadas explicaciones y fue infructífero, incluso contraproducente, este año ya no. Sólo hablaré de hechos, y está funcionando. Creo en el conflicto introspectivo y con los materiales, mas no en el conflicto con la parte consciente externa de un proyecto. La explicación del atraso es titánicamente simple: La imprenta se ha saturado demasiado, debe imprimir 880 libros tan sólo este mes, con un tiraje promedio de 3 mil ejemplares (en su punto más álgido, en el zenit de la producción, la imprenta llega a un millón de hojas al día, en sesiones de 12 x 12 horas). El libro está en tabulador, eso sí. Así que es cuestión de unos días (¿Buscar otra imprenta? Eso nunca, no es que no lo haya intentado, pero se ha logrado una simbiosis que evidentemente es muy difícil de repetir). A veces es casi imposible explicar que los trabajos no tienen tiempos exactísimos, que hay demasiadas variables como para no atrasarse, demasiadas (y ni siquiera he mencionado los trámites legales, que pueden literalmente eternizarse). Sin embargo, es raro no entregar a tiempo.

Lo mismo sucede con la distribución. En cualquier momento se compite en una librería con 3 mil libros en promedio (y una librería grande alcanza los 17 mil títulos, entre los que están en exhibición y los que están en bodega, que también están a la venta vía internet). ¿Imaginan la contabilidad, muestreo y devolución de 3 mil casos distintos? ¿Y de 17 mil? Es casi imposible, es un proceso extremadamente lento, especialmente si LA LIBRERÍA ha pedido pocos ejemplares (qué más quisieran las distribuidoras darle doscientos libros por título a cada lugar y que estuvieran semanas enteras en las mesas de novedades, ja). Una vez más, es sentido común y no tengo porque explicarlo todo el tiempo, suena a excusa. Y aún así hemos logrado títulos que venden muy bien, es casi azar.

Casi. Lo único que define un cambio y marca una diferencia es la promoción. Y la calidad. Cuando se escatima en calidad de impresión (y ciertamente de contenidos) la venta será regular, jamás se debe enviar un libro que se desea en librerías a una imprenta demasiado barata o con un editor sin escrúpulos que envíe el manuscrito tal y como le llega sin leerlo siquiera, sin editarlo. Incluso es una cuestión de integridad. La promoción de un autor conocido sucede principalmente en los medios, a diferencia de un autor desconocido que debe hacer distintas presentaciones de su título (donde casi seguramente recuperara su inversión, vía la venta directa). Y no deberían parar nunca, todo el tiempo aparecen literalmente cientos de novedades. El olvido está siempre a unas pocas semanas por delante. Especialmente para los autores noveles que buscan ubicarse. Todo el proceso de reconocimiento es lento, debe serlo. Fijar posiciones, establecer alianzas y vínculos perenes. Es guerra de trincheras como las que hace mucho no son vistas.

Sin embargo, esto genera otras cuestiones, otras variables... no se acaba nunca de analizarlo todo, de definir maniobras. Pero pese a todas estas debilidades y amenazas, definitivamente este año lograremos imprimir cerca de 90 proyectos, entre libros, revistas y otros impresos. Este año verá nuestro primer CD y DVD. Son equilibrios.

Y todo este preámbulo porque el martes fue un día tranquilo con muy poco qué decir, casi todo el tiempo realicé lecturas de proyectos en ciernes, incluso me doy el lujo de regresar a casa temprano y literalmente hacer nada. Hasta las 10:30 pm llega un presupuesto urgente que reenvio, es aprobado de inmediato. Lo demás fue oscuridad...


Omnia Ad Unum