VOID
7.31.2007
7.30.2007
7.29.2007
Esa noche sueño que explico a las autoridades lo que ha ocurrido: X se ha suicidado y no deseó dejar ningún rastro de sí. Así que había dispuesto todo para que, con su último aliento, su cuerpo cayera en un fuego intenso. Pero necesitaba a alguien que vigilara el buen término del proceso. Allí estaba yo, elegido por razones desconocidas. Pero yo era el único que podía dar fe de su muerte voluntaria, no dejó una nota o una grabación de viva voz al respecto. Y no había razón alguna para creerme. Veo ante mí repetirse una y otra vez la grabación en video que yo mismo he hecho (el esqueleto de un cuerpo envuelto en llamas, la clavícula separándose de las costillas, vencida por un peso que ya no sostiene) y veo como las imágenes me incriminan cada vez más. El final del sueño es desesperado, de persecución y huida. Despierto entre las largas sombras y el calor lánguido de la madrugada. Mi mascota ha ido a dormir conmigo, se anuda entre los pliegues de la sábanas, como refugiándose. Ella, tan amante del sol y el aire fresco.
Al salir por la mañana me visto con lo primero a mano, casi involuntariamente salgo completamente de negro. Abro la puerta y en el corredor común se da una secuencia a todas luces tramposa, como producto de un director novato y desaliñado: un grupo de unas once personas de diversas edades, todas vestidas íntegramente de negro igual que yo. Me miran entre la sorpresa y la reprobación, pasar entre ellas es muy incómodo.
Aquella noche había muerto la integrante más antigua de la numerosa familia que habita justo a lado nuestro. Murió de improviso durante su sueño, aparentemente tranquila. Jamás la conocí en vida, ni siquiera sabía de su existencia. Pero, por lo visto, intercambiamos algunas impresiones justo después de su partida...
| Hamletmaschine | 10:56
7.28.2007
27.IV.
¿Cómo voy a marchar
con tus muertos?
¿Cómo seguir
ante tus vivos
¿Cómo debo gritar
a estas tumbas?
¡Ah!, sólo un eco
llega a tus escalones.
Soy devorado
por el espanto.
Tú, el vulnerable,
me has dominado.
Aliento
que brotas de la descomposición,
¿eres el vapor
que se inflama?
¿Eres la tierra
que echa llamaradas de fuego?
Tu boca nos arrebata,
como su pan de cada día.
Eres la fiebre
que nos recorre,
cuando al otro lado
la nostalgia se despeja.
Mírame,
cómo me marchito por ti.
Refuerza el grito
que gime en mí.
Suspende, indescriptible,
tu consideración.
Concédeme, insoportable,
un piadoso manto de tinieblas.
De día déjanos
reposar en los ataúdes,
pero, por la noche,
obra tu milagro.
Otórganos la luz
la misericordia.
Llámanos en la oscuridad,
solitaria trinidad.
| Hamletmaschine | 17:16
7.27.2007
7.26.2007
7.25.2007
7.24.2007
7.23.2007
7.22.2007
7.21.2007
7.20.2007
7.19.2007
7.18.2007
7.16.2007
TED: We're both stumbling around together in this unformed world, whose rules and objectives are largely unknown, seemingly indecipherable or even possibly nonexistent, always on the verge of being killed by forces that we don't understand.
ALLEGRA: That sounds like my game, all right.
TED: That sounds like a game that's not gonna be easy to market.
ALLEGRA: But it's a game everybody's already playing.
| Hamletmaschine | 10:46
7.15.2007
7.13.2007
7.12.2007
7.11.2007
7.10.2007
Borrar de la vida una vida humana no es fácil. Siempre queda algo, irreductible, indestructible, que se niega a ser aniquilado. Bien lo sabían los nazis, que no lograban eliminar del todo los cadáveres de los judíos. Cada día experimentaban un nuevo método: había quien opinaba que el fuego era el mejor sistema, pero resultaba lento y hacia falta mucho dinero para los hornos crematorios; otros creían en los ácidos corrosivos; otros aún proponían el enterramiento, y había también quien abogaba por la cal viva.
Pero los huesos permanecen, incluso reducidos a trocitos, como testimonio de un cuerpo que una vez estuvo vivo, contra toda voluntad de aniquilación, y continúan dando señal de sí en silencio pero con decisión, como diciendo: se han necesitado años y años para hacer de mí una persona adulta, años de trabajo, de amor, de sueños, de nutrición, y no puedes, sencillamente, no puedes eliminarme.
Un misterio a resolver: las arquitecturas más perfectas son hijas de tiranos y de asesinos: pirámides, templos, obeliscos, iglesias, fuertes, torreones, castillos, palacios, monumentos. La belleza se desposa con la arrogancia y el despotismo. Sería curioso conocer a las hijas arquitectónicas de la humildad y del juego. Pero el futuro no nos ofrece respuestas.
| Hamletmaschine | 12:32
7.07.2007
7.06.2007
7.05.2007
7.04.2007
7.03.2007
Camino llevando a mi hija de dos años en un cesto de bambú que cargo a las espaldas, a lo largo de una estrecho cinturón de concreto, sin barandilla, junto a un inmenso depósito de agua que está a mi izquierda o a mi derecha, según el sentido de mi recorrido (es lo único que puedo escoger), lo bordea un muro también de concreto, tan alto que es imposible de escalar. El muro carece de grietas y salientes, no hay forma de salir de la cavidad, no me explico cómo he llegado hasta aquí con la niña a cuestas, si el corredor es tan estrecho que rozo el muro con el hombro derecho o el izquierdo, si el paso me vuelve inseguro por el miedo que da el agua, si no se divisa el fondo. A cada cambio de sentido ignoro cuantas vueltas sin rumbo he dado ya en un sentido y en el otro. Cuando clavo las uñas en el concreto para mantener el equilibrio contra las oscilaciones del cesto de bambú en la que mi hija se agita, mi mirada se detiene en una cortina de niebla que encierra la cavidad y oculta el mundo exterior. Por qué no me detengo, en vez de cansarme las piernas. Por qué no me siento y me tiendo a dormir un poco, con el cesto encima del pecho. Con el sueño, mi respiración se acompasaría, mi pecho subiría y bajaría y acunaría a la niña hasta que durmiera.
Estoy tan cansado y ni siquiera puedo detenerme o sentarme a descansar. Quizás terminaría despertando en el agua, desvalido, con el cesto flotando junto a mí con la niña ya ahogada, sin salvación y sin escaleras para salir del agua. Al siguiente cambio de sentido emerge una esperanza grotesca y enloquecida que dura lo que un latido: si dejo los dedos clavados en el concreto el tiempo suficiente las uñas crecerán pero el concreto dejará de crecer; si excavo, con los años se formarán escalones, escalones por los que se podría ascender aunque sean peligrosos, pero qué es la muerte comparada con el peligro. Tal vez el día del Juicio Final, responde burlona la razón, que como se sabe será el día más corto, porque precederá a la noche más larga; no hay escapatoria. Súbitamente se rasga ante mis ojos la cortina de niebla y se abre la visión de un rascacielos que se yergue solitario en el paisaje liso. Veinte pisos por los que hormiguean seres humanos, por detrás de ventanas y cortinas, por balcones y terrazas, por la azotea. La sospecha, o quizá la certeza, de que ya no participaré más de esta vida, o la punción lacerante con la que mi cuerpo ansioso de sueño absorbe semejante certeza, me empuja a dar otra vuelta absurda alrededor del agua estancada que no deja atisbar su fondo. Mirando hacia atrás, por encima del hombro, sin dejar de caminar, veo en el piso doce o trece del solitario edificio, en una terraza bajo una sombrilla, un hombre agonizante recostado en una hamaca. Es un hombre obeso y la muerte empieza cuando se abre la camisa con un gesto violento. Seguramente se le arrancan todos los botones. No puedo verlo desde tan lejos. Observo los movimientos convulsivos del pecho que se apoderan poco a poco de todo el cuerpo. Nunca he visto morir a nadie, mi curiosidad es insaciable. El cansancio se posa sobre él como un enorme pájaro y frena sus movimientos, su cuerpo que ya sólo es una ondulación del terreno, agitado por un leve temblor de tierra, hasta que alcanza el reposo y acata las leyes de la gravitación que nos acostumbramos ya a llamar muerte. La mirada que he detenido tan largamente en el moribundo de la hamaca me habrá hecho tropezar, caigo en el agua con la brusquedad de un corte cinematográfico, al emerger observo aliviado que el cesto con mi hija continúa en el estrecho de concreto, por encima de mí, un poco inclinado. Veo aterrado que mi hija trata de salir de él, mirándome fijamente. No puedo salir del agua, el borde del corredor de concreto es demasiado alto, mi único pensamiento es ALEJATE DE MÍ, NO PUEDO AYUDARTE, mientras su mirada de súplica y confianza desgarra mi corazón de nadador indefenso.
[ Heiner Müller, Traumtext (Textosueño), 1995 ]
(Traducción © Sergio Santiago Madariaga, 2007)
( Este es el ultimo texto que publicó Müller en vida )
| Hamletmaschine | 08:31
7.02.2007
Las reglas:
1. Cada jugador (a) comienza con un listado de ocho cosas sobre sí mismo.
2. Tiene que escribir en su blog esas ocho cosas, junto con las reglas del juego.
3. Tiene que seleccionar a ocho personas más para invitar a jugar, y anotar sus blogs/nombres.
4. No olvides dejarles un comentario en sus blogs respectivos de que han sido invitadas a participar, refiriendo al post de tu blog: "El Juego".
1. No me gusta establecer juicios descriptivos sobre mí, respecto a que soy de una sola forma ("Soy X, soy Y", o la peor "es que así soy yo"). Me suena a excusa. Creo que eso es encerrarse en una jaula verbal, prejuiciarse, antesala de la tibieza en la acción, quedar a merced de los juicios bien o malintencionados de otros. Yo quiero creer que en realidad se es capaz de serlo todo y hacerlo todo, si las circunstancias lo demandan. Pero se tienen tendencias, eso sí. Tendencias que también me han causado problemas. Otros ejemplos:
2. Me gusta ser muy determinado. Perseguir, cazar y atacar objetivos desde todos ángulos que pueda, lo cual me satura de contradicciones. No cancelo nada, a lo más postergo (y puedo postergar una eternidad, como si dispusiera de ella). Se me puede ir la vida en un objetivo, si lo tengo definido. Pero tiene su lado oscuro: si no veo avances o el resultado no es el atisbo inicial, me decepciono sin remedio. No sólo en el trabajo, en todo, incluso en mis relaciones personales y sentimentales.
3. Si me preguntan algo, digo de inmediato lo que pienso o lo que creo es la verdad. Y exijo lo mismo. No creo en las mentiras protectoras (obviamente no es una regla inflexible, todas las mentiras son circunstanciales; encima, ¿por qué tiene que existir una sola verdad?).
4. A mí nunca me gustó la escuela per se. Ninguna. Incluso, me atrevo a decir que odiaba la vida escolar. Pero es fundamental, importantísima. Considero que he sido más bien autodidacta, porque...
5. ...mi leitmotiv existencial es una curiosidad a veces bastante malsana. Si algo me interesa, indago al respecto hasta sus últimas consecuencias. Me rodeo de objetos y/o personas que puedan satisfacer esa curiosidad, no reparo en costos si es necesario (y no me refiero simplemente al dinero, cuando lo hay). Por ello podría lucir como un coleccionista, pero no es así, no es su sentido clásico, es compilación de datos. Otras consecuencias de mi curiosidad: Tiendo a ser voyeurista, a realizar búsquedas obsesivas a veces aparentemente absurdas, sufro ante un secreto, me siento abatido ante un misterio sin solución, pero sólo en un misterio sin solución encuentro catarsis.
6. Puedo dejar de estar en contacto con alguien por mucho tiempo, sin que esto signifique que no lo estime. Igualmente, si alguien no me habla por mucho tiempo, incluso años, tampoco me molesta.
7. Estoy seguro de que soy poco ordenado y mucho menos disciplinado, prefiero el cielo a un cuarto inmaculado. Obviamente me gusta la limpieza y la precisión, pero no aplicada a las ideas y a las emociones en gestación. Prefiero el caos, el barroquismo material, la textura heterogénea.
8. Si tengo opción, siempre soy vegetariano.
Le doy este cuestionario a EVOLUCIÓN AIRE, MAR, MAYTE, PIKGU, RAIN, ROYAL MAJESTY QUEQUE, STILLEN TRÄNEN, SILENCIO, y a quien lo quiera.
| Hamletmaschine | 10:50
7.01.2007
[ The Tragical Comedy of the
Famed and Fabulous Mr. Punch ]
( Presiona para ver el video )
Sobre la tradición que representa Mr. Punch aquí.
| Hamletmaschine | 10:35
Omnia Ad Unum
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