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Dos grandes peligros amenazan al mundo:
El orden y el desorden.
Paul Valéry
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Un día libre... despertar con ninguna expectativa por delante. Sea cual sea la razón, injusta o no, ella se ha ido y yo la extraño cada vez más, pero no como ella supone. Dejo el día al azar, como cada sábado. Duermo hasta mediodía, esta vez son sueños tranquilos, carentes de imágenes, vacíos.
Esta serie inició con la cancelación de un título, ahora termina con la emergencia de otro. Hoy, muy hoy, decido que publicaré un texto mío, muy querido. Súbitamente me doy cuenta que los eventos de esta semana, sumados, generaron el marco ideal para tomar esta decisión, ¿cuándo si no? De tan adecuado no puede ser resultado del azar. Así que busco de inmediato a una de las ilustradoras para compartir mi visión, pero lamentablemente está muy ocupada, nos veremos pronto. Quiero verlo realizado lo más pronto posible. ¿Qué es? Una pista: El amor también es sacrificio...
Un ritual que se repite sábado a sábado. Veo en el otro café de siempre (el de la col. Juárez) a dos amigos que conozco de tiempo atrás, por lo menos desde hace 11 años, cuando casi en la indigencia viví años de vender libros usados (no exagero, de verdad estaba casi en la indigencia, aún tengo las cicatrices en las manos). No tengo ni remotamente una relación de trabajo con ellos, y ellos no frecuentan la internet, ni conocen este blog y raramente me ven entre semana. Es otra vida, una zona temporalmente autónoma ubicada fuera y lejos de lo cotidiano, ¿o es al revés? El punto de partida siempre es la curiosidad del coleccionista, "¿Qué has visto? ¿Qué has encontrado?". Y pláticas que giran en torno a pasajes, ideas contenidas, frases sueltas. Ausentes de rigores académicos, sólo la lectura por la lectura, la apreciación, podría decirse que las pláticas giran en torno a primeras impresiones. Pero siempre son charlas tan generosas como informales.
Larga conversación en torno a El perdedor radical de Hans Magnus Enzensberger. Digresiones serenas, cruces de lecturas. Yo estoy hundido en Derrida, en su Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente en filosofía, y en El monolingüismo del otro. Y ahora con Papel Máquina, que me aventuro a pensar será la lectura del año. Es demasiado, en todos los sentidos. Abre demasiadas puertas, genera demasiadas preguntas. Demasiado. Están de acuerdo conmigo, se diversifican los ángulos.
Me llegan de Guadalajara mensajes de Azul, me hacen sonreír.
De regreso a casa, compro el periódico Milenio, donde Eusebio Ruvalcaba ha dedicado su columna a Perro viejo y cansado, de Carlos Bortoni, que edité para Ediciones La Musaraña, el primer sello original de samSara. Los comentarios son positivos. Todos trabajamos intensamente en ese libro, fue consecuencia de semanas de sopesar cada palabra y cada momento de lectura. De establecer el mejor formato, la ilustración más adecuada. Cada palabra en el artículo es para todos nosotros. Gracias Eusebio.
Toda la tarde duermo, es un sueño tranquilo y sereno. A un lado tengo la más reciente Juxtapoz, revista sobre low brow art y el no. 1 de Dragon Head de Minetaro Mochizuki, manga de horror de trazo impecable. Despierto a las 7 pm y veo dos películas seguidas que ya he visto muchas veces: 300 y Blade Runner. Después recorro la pesadilla gótica de Haunting Ground, dado que God of War II ha quedado atrás.
A las 11 pm suena el teléfono, es mi sobrino de 12 años que vive en Veracruz. Está solo y quiere simplemente hablar conmigo un rato, muy poco porque la llamada no es nada económica. Me dice que descubrió cómo escuchar música al revés, usando la PC, y que no le gusta ir al carnaval porque le causa pesadillas. Otros mundos se atisban, mundos de descubrimiento, reinvención. Es curioso que al llamar haya pedido justo por mí. La última vez que estuvo aquí mi hermana, su mamá, encontró una lamina de plata hendida, y me preguntó qué era. Mi sobrino la miro atentamente y dijo "es un separador de libros", midiendo cada palabra. Lo tomó cuidadosamente y lo contempló con lo que a todas luces era una fascinación extraña en su mirada. Cómo me gustaría haber visto lo que él vio. Quiero pensar que ante sí contempló el objeto fatigado que yo también veo... la visión de todas esas lecturas detrás y quizás unas pocas más por delante...
Detrás de esta crónica de siete días envíe tres libros a imprenta, diseñé dos más y se preprodujeron cuatro títulos. Cancelé dos proyectos y descontinué un título. Están en ciernes dos revistas y en imprenta una más.
Acta est fabula